22 de junio de 2012

Luna Celosa




Luna que en tú nocturno paseo espías celosa a los amantes,
bajo tú amparo ellos se cobijan, se aman.
te miran y eres testigo de sus promesas de amor.
En cambio tú los observas envidiando su cercanía,
soñando con la estrella que te roba el sueño.

¿Por qué te sientes fría y sola en la densidad de la noche?
Acaso no te acompañan en multitud las estrellas, acaso el abrazo del sol no te brinda calor.
¿Por qué entonces te sientes tan sola?

Luna que entiendes el desesperado deseo de los amantes
deseas igual que ellos fundirte en la pasión,
ser carne, carne propia, lujuria viva...
Anhelas ser cuerpo y alma con vuestro amante,
sentir su radiante calor de estrella.

Cuan desesperada pasas esas noches,
en las por ignorancia te sientes sola,
pero Oh! hermosa Luna, te has puesto a pensar, caprichosa, que vuestro deseo es egoísta,
que sería de los amantes sin tu presencia.
Mientras te entregas a la lujuria de la carne, a las pasiones de Amor...

¿Quién alumbrará los deseos de aquellos que se amparan bajo el brillo de tus ojos?
¿Qué haría el lunático sin vuestra inspiración? 
¿A quien le aullarían los lobos?
¿A quien le dedicaría el Amor tan delicada encomienda de cuidar amantes?
¿Al Sol, que con su deslumbrante brillo es incapaz de guardar el secreto de un beso?
La noche sería inhabitable para la pasión, criaturas nocturnas aguardan al asecho de los amantes
y la vida misma sin amor no tiene sentido.

Oh Luna brillante, guardiana eterna,  la noche es vuestra y el Amor también,
sus secretos te pertenecen y no se puede cambiar.

Dejad que los amantes se entreguen el uno al otro,
en tu lecho espera aquel que a tu carne se entrega...
Luna tontita, las estrellas aman con más dedicación que nadie,
deja ya de sentirte sola,  deja de menguar tú falsa soledad
que la estrella más lejana te mira con aprecio y te brinda su calor.

xoxoxoxo

17 de junio de 2012

Cuentos de la Luna III "Garzía"

Garza blanca by Gloria Marecos

Existió en una región, en un lugar muy remoto, un pequeño pueblo en donde se dice que sus habitantes eran descendientes de los habitantes de la luna,  dicho pueblo contaba con las bendiciones de La Deidad de la Luna su tierra era fértil y prospera, con una gran variedad de cosechas muy buenas al año y sus habitantes pacíficos y amables no ambicionaban  nada que no fuera una vida tranquila, amaban la paz y añoraban la dorada época en la que sus ancestros vivían pacíficamente custodiando el cielo a lado de su señor dios protector. En poco tiempo el pueblo fue dándose a conocer como un lugar  pacifico y algunos humanos encantados y atraídos por su leyenda (pero tomando su origen lunar como mero mito) fueron y se establecieron en dicho pueblo. Es así que en Argento, así se llamaba ese pueblo, se tenía todo para prosperar y ser feliz, pero como dice la leyenda que acompaña siempre a su deidad "desgracia más grande no hay que la de ser protegido del dios desterrado"  Un día llegaron a oídos de unos hombres-demonio, hijos del dios tormenta, rumores sobre la existencia de Argento, y  ellos al ser de origen semidivino, conocían  la antigua  ley de dar muerte y caza a todo habitante de la luna (castigo impuesto a su deidad) y como huracanes se desplazaron hacía los bosques,  dónde oculto de los dioses se prosperaba  Argento. En su camino los hombres demonio formaron una gran tormenta, como nunca antes se había visto en aquellas regiones, amenazaba su furia incluso a la humanidad que ahí se encontraba,  los Argentinos consientes de su fin imploraron a su deidad algún auxilio, fue entonces que sus plegarias fueron escuchadas y en medio de los bosques el fantasma del Guardián de la Noche Iluminada se manifestó ante los hombres-demonio. Consientes de su divinidad los hombres-demonio no osaron atacarle, pero le reprocharon su derecho a dar muerte a sus protegidos. Sabiendo que no cederían en su intento por destruirles hizo un pacto con ellos.
—Tomad pues a una cuarta parte de las mujeres y hombres de la luna de edad madura como tributo y haced con ellos lo que os plazca, dejad vivir al resto en paz por un periodo de diez años, al término del plazo tomad  nuevamente un tributo, pero no tocad nunca a ningún infante, ni a ningún humano, con ello verán saciado su derecho a eliminar a  los míos por varias generaciones. Mas os advierto, haced  caso a mí advertencia de no tocad ni a humanos ni a infantes  o su castigo será aún  mayor, la gente de la luna ha sido ya exterminada y ésta pobre gente sólo comparte con ellos su sangre y su pasado mas ninguno de ellos ha nacido en la luna y su único crimen es ser descendientes de la raza maldita.

Conformes con las palabras de la deidad los hombres-demonio se acercaron al pueblo como una terrible tormenta, y en sacrificio, una cuarta parte de los argentinos se entregaron como las primeras víctimas en beneficio de su raza y descendientes. Según se cuenta los hombres fueron torturados de mil formas hasta perecer y las mujeres violadas brutalmente, para después ser devoradas por los hombres-demonio. Así fue como los Argentinos a base del sacrificio de sus seres queridos ganaron algo de tiempo, por diez años vivieron tranquilamente junto a los humanos que ignoraban el asunto, su población nuevamente creció y al término del plazo una nueva tormenta llegó a Argento y una cuarta parte de su población madura desapareció, por varias generaciones tormentas fueron y vinieron cada diez años a la región, sin embargo Argento poco a poco resintió la merma en su población, pues el numero de humanos se incrementaba mientras que el de ellos se mantenía igual, poco a poco Argento fue entrando en una etapa de decadencia, perdiendo todo su esplendor, no conforme con ello en las últimas visitas los hombres-demonio no se conformaban con robarse a la población, sino que destruían las cosechas, inundaban las calles y casas del pueblo, arruinaban años de trabajo y se marchaban dejando el pueblo casi en ruinas, dejando tras de sí mucho trabajo, tanto para Argentinos y como para los humanos, además la población humana no era tan buena en aquellos trabajos, aún se encontraban distantes en perfeccionar e igualar el trabajo de la ya escasa población de descendientes de la luna,  a esto hay que agregar la perdida de técnicas de cultivo, construcción y en fin de cultura lunar que fue perdiéndose a lo largo de las cosechas. Pero no todo estaba perdido aún, el amor, como muchas otras historias, es de vital importancia y aún no había dado su opinión en el asunto.

Sucede pues que después de mucho tiempo los argentinos casi desaparecían y Argento era una simple sombra de lo que en otra hora fue. A una niña argentina, una de las ultimas, la había arrancado de los brazos de su madre la última tormenta y se encontraba sola en el mundo, ningún pariente le quedaba y apenas si podía sobrevivir, pero una buena familia humana encontró y adoptó a ésta pequeñita cuando vagaba por las calles del inundado pueblo, consciente de la leyenda de su pueblo guardó el secreto para sí misma y creció viviendo lo más feliz que pudo mientras aguardó la  siguiente tormenta. Paso el tiempo y con él su feliz infancia con su nueva familia, cuando cumplió dieciocho años se preparó para lo peor, pero cuando llegó la tormenta que se supone sería la que marcaba su última hora,  la tormenta jamás se la llevó. Extrañada por el suceso a la mañana siguiente se sintió aliviada, se había salvado y no sabía la razón, supuso erróneamente que tal vez, al ser la población de Argentinos muy escaza durante la última tormenta, los hombres-demonio se llevaron a muy pocas presas, respetando el trato que generaciones atrás impuso La Luna,  tomar sólo a una cuarta parte de su gente, y que por ello se había salvado. Hasta ese momento ella no había conocido a otro de su raza y se dedicó a buscar entre la masa de humanos que ahora era el pueblo de Argento a alguno, cabe decir que su búsqueda fue en vano y durante los siguientes ocho años no encontró ni pista de los suyos. Cuando cumplió los veintiséis años abandonó por completo la búsqueda, pues aquella joven se enamoró perdidamente de un humano y fue correspondida, pero esa felicidad se empañaba porque sólo quedaban dos años más para la siguiente tormenta, sufrió mucho después de casarse con el joven y ella quedó embarazada el año en que llegaría la tormenta, temía que los hombres-demonio le robaran ésta nueva dicha, la idea de ser secuestrada justo en ese estado la atormentaba día y noche, hasta que por fin dio a luz, tal fue su dicha que nombró a la pequeña niña en honor a su raza y la llamó Mare Imbrium (mar de las lluvias) como uno de los mares de su amada luna. Llegó entonces la fecha de la siguiente tormenta, la cual fue muy terrible ese año, y la joven después de dormir a su pequeña en su cuna y besar a su marido cuando éste dormía esperó  a los hombres-demonio en la sala, pero no sucedió nada, la casa se agitó por la tormenta, el pueblo entero resintió la furia de los hombres-demonio, pero a la mañana siguiente ella despertó en su hogar. Cosa más extraña, pensó, estaba segura que era su turno pero no esta idea no la medito mucho al caer en cuenta que había sido salvada una vez más, la tormenta vino y se fue y ella seguía viva, con la oportunidad de gozar a su familia al menos diez años más.
Algo muy extraño sucedió entonces, Argento sufrió una terrible sequía por los siguientes ocho años, los ríos y lagos se fueron secando y las cosechas morían lentamente, cada año era más duro y difícil, la joven  y su familia apenas sobrevivían debido a que ella poseía algunos de los pocos conocimientos de la cultura lunar sobre agricultura y los puso en práctica. Al igual que ella otros supervivientes de la raza lunar aplicaron sus conocimientos y esto le ayudo a la joven a ponerse en contacto, en treinta y seis años nunca había tenido noticia alguna de otro Argentino, pero al instante se reconocieron al poner en práctica conocimientos que sólo ellos poseían, con ello el pueblo de Argento logró sobrevivir y un rayo de esperanza alumbro el camino de los veinte argentinos de edad madura que quedaban el pueblo, lazos de amistad y camaradería se estrecharon  muy pronto entre ellos y sus hijos de los cuales Mare Imbrium era la única mestiza,  pero la sequía era una trampa en la que los argentinos habían caído, los hombres-demonio en sus últimas visitas no habían encontrado a ningún argentino, esto debido a que la creciente población humana ayudaba a los argentinos a camuflarse, el aroma de los humanos confundía a los hombres-demonio a detectar a la ya minúscula y casi extinta  población de argentinos por lo cual los hombres-demonio decidieron castigar al pueblo con terribles sequías lo que obligó a los argentinos, en su afán latente de ayudar a los humanos y sobrevivir, a ponerse en evidencia.  Y antes de que se cumpliera el plazo de diez años una terrible tormenta azotó Argento llovió durante ocho días en los cuales uno de  los argentinos desaparecía, los doce argentinos que quedaban se llenaron de terror al darse cuenta de los hechos, ya había desaparecido más de la cuarta parte de ellos y seguía lloviendo, perdieron toda esperanza y decidieron entregarse a los hombres-demonio para librar al menos a los humanos de su furia. Resignada la joven le contó la leyenda de su gente a su marido y a su hija, les explicó que ella y los otros siete argentinos que quedaban irían a la frontera del bosque para aplacar  la ira de los hombres-demonio y que con ello terminaría la tormenta, el marido se opuso y le insistió de mil maneras, pero ella sólo miraba a su hija, convencida de que al menos ella estaría a salvo, pues al tener sangre humana los hombres-demonio no tenían derecho sobre ella, al menos su hija Mare Imbrium sería la única superviviente de su raza, libre por nacimiento de la maldición de su pueblo. La noche llegó y los argentinos se despidieron de sus familias internándose en la oscuridad del bosque en medio de la implacable tormenta. La lluvia aminoró a la mañana siguiente pasando de ser tormenta a ligera brizna, pero esta continuo por los siguientes siete días, la noche del séptimo día de brizna resplandeció en el cielo la luna y dejó de llover,  Mare Imbrium salió de casa y llegó hasta la frontera con el bosque,  rezó y cantó a Tsuki Yomi tal como le había enseñado su madre, agradeciendo el sacrificio que su madre había hecho por ella y rogando que algún día pudieran encontrarse, pronto se le unieron los otros cinco niños argentinos, ellos eran todo lo que quedaba del pueblo original. Lo que los niños no se imaginaban era que un monstruo los escuchaba, los cantos habían llamado la atención de un hombre-demonio que se manifestó frente a los  niños, su horrendo aspecto los sorprendió, era muy grande y terrible, su piel era  gruesa y llena de cicatrices, poseía una barba poblada y gruesa, negro azabache y dejaba ver sus dientes chuecos y deformes, sus ojos inyectados de sangre no se apartaban de los niños y parecía meditar su siguiente movimiento mientras la saliva le caía de la boca, a pesar de su apariencia el gigante hombre-demonio se veía raquítico, al parecer tenía días sin comer y se le marcaban las costillas y varios huesos por todo su cuerpo. Se disponía a atacar cuando Mare Imbrium le grito:
— ¡Alto! No puedes y no debes tocarnos el acuerdo nos protege— los demás niños se ocultaron detrás de Mare en el acto.
—El acuerdo —repitió el hombre-demonio— ¡El acuerdo! —Gritó esta vez— el acuerdo no es más que una estúpida trampa de tú dios…
Sin perder el valor Mare Imbrium lo miró directamente y le preguntó— ¿Dónde  están nuestros padres? ¿Dónde está el resto de tú gente?
La pregunta hirió profundamente al hombre-demonio, que cayó de rodillas frente a ellos
— ¡Muertos! Todos están muertos, mí clan, tu padres, todos… tu dios nos engaño
— ¿De qué hablas?— preguntó la niña
—mucho tiempo atrás mí clan estableció un acuerdo con tu dios, era nuestro derecho, pero nos tendió una trampa, al devorar la carne de los tuyos nos maldijo, sin darnos cuenta perdimos la capacidad de alimentarnos de otra cosa. La carne de venado ya no nos nutría, los frutos ya no nos sabían a, el vino ya no nos embriagaba, pronto nuestro frenesí se trastornó en pesadilla, tu dios nos condenó a vivir en diez años de hambruna. Mi clan fue muriendo de hambre, los últimos cuarenta años su raza se perdió entre los humanos. Los diez que quedamos ideamos la sequía y su raza cayó en la trampa, nos cebamos con ellos en estos veinte días, ayer nos disputamos el privilegio de devorar al último adulto, todo termino en disputa y soy el único que queda vivo, mi gente se mató por hambre. 
Guardó silencio y los niños casi sienten lastima por él, de  no ser pro que él había devorado a sus padres le habrían consolado.
— El hambre aún es insoportable —continuó el hombre-demonio—  Y no sobreviviré otros diez años, así que Uds. serán mí último alimento, si yo no sobrevivo su raza tampoco lo hará.
El hombre-demonio en un rápido movimiento sujeto a Mare Imbrium para devorarla, la niña pensó que era el final, todo terminaría pronto. En ese instante la luna brillo con tal fuerza que los cegó por un instante, ella sintió un fuerte golpe al caer al piso, el hombre-demonio la había y ahora los otros niños la habían levantado y salieron corriendo hacía el pueblo  mientras el hombre-demonio gritaba — ¡Es nuestro derecho!
Corrieron a toda velocidad tomados de la mano, sintieron las pisadas del hombre-demonio acercarse, casi llegaban al pueblo cuando este los alcanzó. Acorralados los niños llamaron a sus padres, en ese momento del bosque surgió una garza blanca gigante que se interpuso entre el hombre-demonio y los niños. Con las alas extendidas la garza intentó amedrentar al hombre-demonio, pero este a pesar de su confusión se dejo dominar por el hambre y gritando ES MÍ DERECHO trató de llegar hasta los niños, una parvada de grandes garzas blancas llegó entonces, eran las almas de todas las generaciones de argentinos que se habían sacrificado por su raza. Una voz suave se escuchó entonces.  
Haced  caso a mí advertencia de no tocad ni a humanos ni a infantes  o su castigo será aún  mayor no debéis tocad nunca a ningún infante, ni a ningún humano
Y las garzas se abalanzaron sobre el último hombre-demonio.
Fue así como los niños sobrevivieron, la primera garza que aún defendía a los niños acerco su rostro a Mare Imbrium, ella reconoció al instante a su madre y lloró al saber que esa era su alma.
—No deben llorar, nuestro legado esta en Uds. Vivan felices que nosotros jamás nos apartaremos, nuestro destino está en sus manos.